Gurdjieff creó una gimnasia y danzas que llamó movimientos, estos ejercicios tenían un propósito claro de hacer participe a cada alumno de una experiencia total de sus enseñanzas.
Integrar todos sus centros (cuerpo, sentimiento y pensamiento) en cualquier actividad, con el fin de crear una nueva comprensión. Los ejercicios con los que comenzaban los principiantes desafiaban toda la actividad motora y mental, haciendo a cada participante tener que encontrar una cualidad de atención totalmente diferente a la que habitualmente se está acostumbrado.
Esta cualidad de atención nace de la comunicación entre el centro motor y el intelecto.
Estos ejercicios que se enseñaban, iban aumentando de dificultad y continuamente cambiando, evitando así crear en el alumno un nuevo automatismo y enseñándole a adaptarse al cambio rápidamente.
En sus comienzos, los movimientos eran practicados por los alumnos de Gurdjieff por 5 o 6 horas al día. Estos fueron practicados desde 1918 a 1924 y aun hoy en día se siguen practicando alguno de ellos.
Dentro de esta serie está incluida la de los 6 obligatorios, que tal como su nombre indica, eran un requisito fundamental para el alumno practicar y aprender esta serie antes de poder entrar en contacto con las ideas y las clases regulares.
Después de su accidente automovilístico en 1924 Gurdjieff cambia parte de la forma en la que enseñar los movimientos y los lleva más al desarrollo interno de los alumnos. Desde 1939 hasta 1949 (momento de su muerte) crea la que se conoce como “serie de 39”
Esta serie de movimientos contiene en parte el conocimiento derivado del eneagrama. Gurdjieff recomendó especialmente practicar esta serie.
Se dieron también nuevos ejercicios y danzas de las cuales algunas han llegado hasta nuestros días, otras se han ido perdiendo. Hay también danzas rituales y de templo, de mujeres y masculinas como los derviches, ejercicios rítmicos y oraciones.
En origen estas danzas se usaban para transmitir el conocimiento directamente a los centros superiores.