Tengo la imagen de alguien sediento en medio del desierto que divisa a lo lejos un oasis. Tan pronto llega esta visión, se desvanece, ya que se trataba de un espejismo. Esta imagen bien podría ilustrar muchas de las situaciones que nos conciernen a nosotros mismos, a nuestra vida cotidiana, ideas, pensamientos, sentimientos o expectativas.

Sostenemos la certeza de que, tal como somos, tenemos la capacidad de «hacer». Para Gurdjieff, la tragedia humana es «la imposibilidad de hacer cualquier cosa en medio de la locura colectiva».

Realidad y ‘hacer’ como propiedades del todo

La realidad es una propiedad del todo; «hacer» implica alcanzar un objetivo planeado previamente. Habitualmente, podemos engañarnos o tener la ilusión de que podemos hacerlo. Sin embargo, tenemos el potencial de «hacer» en embrión, solo debemos desarrollarlo. La forma de desarrollarlo es trabajar en uno mismo.

Encontramos la dificultad de que en la vida, todo sucede de manera opuesta a la vida interior y al trabajo consciente. Nos enfrentamos a reacciones inconscientes y sufrimientos mecánicos que nos conducen a la oscuridad, a una imagen borrosa detrás de un velo.

Esta situación que vivimos los seres humanos se debe a lo que Gurdjieff llamó «características del sueño». Estas características se pueden dividir en diferentes consecuencias. Gurdjieff se refirió a las siguientes como las más nocivas: identificación, consideración, ensoñación, imaginación, charla innecesaria, mentiras, emociones negativas y pensamiento automático excesivo.

Obstáculos para ver con claridad

De todas estas características, destacaremos dos: la identificación y una de sus consecuencias particulares, la consideración. La identificación, en cierto modo, siempre está presente cuando nuestra atención está implicada. Es nuestro mayor enemigo y Gurdjieff solo veía ilusión y espejismo en ella. En su peor versión, implica no tener conciencia de uno mismo. Nos identificamos con todo lo que llama nuestra atención.

La consideración es tan importante que se separa de la identificación. Hay dos formas de consideración: la «consideración interna» y la consideración externa. La consideración interna es una obsesión con lo que los demás piensan de nosotros, lo poco que nos valoran y respetan. En el polo opuesto, encontramos la consideración externa. La consideración externa implica tener en cuenta el bien de la otra persona y el propio; requiere comprensión, discreción y autocontrol. Es necesaria para despertar.

Estos son los primeros obstáculos que nos impiden ver con claridad y nos mantienen en la realidad velada, sumidos en un mundo de ensoñación. Este es el verdadero obstáculo para poder llegar a ser uno mismo y entrar en el camino de la visión de lo real. Entrar en ese camino simplemente requiere ver las cosas tal como son.

El trabajo en uno mismo, el trabajo interior, no es una huida hacia arriba, sino la realización de nuestro estado humano aquí en la vida. Se lleva a cabo a través de un largo proceso de observación que va más allá de

Jorge Díaz

Jorge Díaz

Dirijo los grupos de Trabajo y enseñanzas de Gurdjieff en Akhaldan desde 2007. Conocí el trabajo en el año 1998, fue a través de una persona a la que tenía gran admiración y estima. “Relatos de Belcebú a su nieto” fue mi puerta de entrada al trabajo. Fui buscando el trabajo en diferentes grupos por todo el mundo y profundizando en la práctica de los movimientos durante años. La línea de John Bennett siempre me ha dado una perspectiva fresca y dinámica del trabajo.

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