Gurdjieff declaró francamente, “el hombre no puede hacer”, y “el hombre está dormido”. Esta afirmación concierne a nuestro apego al mundo de las cosas, en el que somos meramente cosas, sin contacto con las energías y el propósito.
Comparado con quienes intentaron re-establecer la metafísica de la “filosofía perenne” o “filosofía antigua”, Gurdjieff parece un bárbaro monumental; introdujo la sensación de un universo dinámico y de una existencia incierta, y satirizó y ridiculizó la idea de una creación santa y segura, adecuada sólo para personas contentas con su dormitar en su piedad. Su visión fue inmensa, e innumerables pensadores y escritores del siglo veinte cayeron bajo su influjo, aunque esto no se vio hasta después de 1950, cuando su propio libro, Relatos de Belcebú, fue publicado por vez primera.
Vio, hace más de cincuenta años , la necesidad de una ciencia ecológica, y de una comprensión totalmente diferente de la responsabilidad humana. La desintegración del mundo moderno ha sido una no deseada verificación empírica de sus ideas.
Uno de los anhelos más poderosos de Gurdjieff consistía en transmitir a la gente el coraje necesario para una vida creativa. No había que dar nada por supuesto. Todo tenia que ser verificado personalmente. El núcleo de todo está en el hombre y la mujer individuales, que han de “trabajar sobre sí mismos”, y transformar las substancias mismas de las que están hechos.
Mucha gente que ha oído estas ideas se ha formado una imagen errónea de lo que significa “trabajar sobre nosotros mismos”. La imagen que nos hacemos del “trabajo” se deriva de lo que hacemos con las cosas; pero en mundo de cosas nada puede dejar de ser lo que es.
Gurdjieff insistió en que primero debemos estudiar los fenómenos del mundo interno conforme a nuestra propia experiencia. Es sólo entonces, cuando somos capaces de reconocer diferentes tipos de “hacer”, que nuestros esfuerzos pueden resultar útiles. Hacer, esfuerzo o acción, son cosas diferentes en mundos diferentes. Probablemente la vida humana ordinaria contenga, en sus labores y sufrimientos, toda la gama de posibilidades, pero desperdiciamos la gran mayoría de las oportunidades que nos llegan. Gurdjieff estudió las posibilidades de acción, las condiciones en las que surgían, y sus relaciones mutuas, creando un método de vida intencionado.
A.G.E.Blake
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