Todas las experiencias espirituales corresponden a sensaciones en el cuerpo. Son sólo una escala minuciosa de diversas sensaciones, comenzando por la de sentirse pesado como un pedazo de tierra, para pasar muy gradualmente, en plena conciencia, a la sensación de licuarse, luego a la de emanar calor. La última sensación es la de una vibración global antes de alcanzar el vacío. Ciertamente el camino a recorrer es muy largo.
Cada vez que un paso ha sido franqueado en la escala ascendente, se produce una sensación de expansión en el espacio y de completa relajación. Esta sensación permite presentir lo que podría ser la experiencia del Espíritu puro (chit) trascendiendo todas las cosas. Pero, ¡ cuán lejos se está de esto! Sin embargo, llegado ese momento, espíritu y materia parecen ser una sola cosa. Esta concepción viene de una teoría muy antigua acerca de la purificación de los elementos.
Que su disciplina actual llegue a ser para usted, en la escala muy fina de las sensaciones, un medio de expansión y, por ende, de infiltración en todo cuanto le rodea, seres y cosas. Tenga la sensación profunda y muy fuerte de pasar de un elemento a otro. No hay otro medio. A este efecto, utilice la soledad que permite interiorizar muchas fuerzas.
Toda contracción produce calor, y es este calor lo que se propagará. La verdadera disciplina personal (tapasya) no es más que una expansión de sí mismo irradiando el calor producido por la concentración interior.
Recuerde siempre que la sensación de expansión que puede experimentar es una irradiación. Permanezca en calma e irradie este calor. No haga preguntas. No pida más. Viva plenamente estos instantes. Esta irradiación es, en sí, Shakti, un instante de conciencia viviente, es decir, una experiencia directa que se instala en usted. Su sensación es la prueba de ello , una certeza que ya no puede borrar de su memoria.
Extraido del libro «La vida en la vida» Lizelle Reymond y Sri Anirvan. Edit. Ganesha
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