» La libertad habita en uno mismo, esa libertad no adopta ninguna forma, de ese modo la energía queda libre para tomar cualquier forma.»
En el tejido mismo de nuestra existencia, existe un vínculo profundo entre el cuerpo, el corazón y la mente, que trasciende el mundo conocido y condicionado. Estos tres aspectos de nuestra realidad conforman una entidad única que se mueve en un mundo invisible de energías, con una vida propia. Sin embargo, a menudo este vínculo se ve afectado y limitado por pensamientos y emociones que nos aprisionan y oscurecen, desviando la fuente de energía vital y generando una densa red que nos oculta de nosotros mismos.
La Dualidad y la Prisión de los Pensamientos y Emociones
Dentro de nuestro organismo, diferentes aspectos se organizan y promulgan su propia realidad, mientras que nosotros, sumidos en la dualidad, nos perdemos en un constante vaivén de sufrimiento y diversión. Nuestros movimientos y acciones se ven influenciados por pensamientos y emociones que nos aprisionan, creando una barrera que limita nuestras posibilidades. Nos convertimos en prisioneros de nuestras propias creencias y condicionamientos, alejándonos de nuestro verdadero ser.
Sin embargo, existe una posibilidad de transformación a través de la reconciliación del personaje y el sí mismo. Este proceso implica detener el ritmo frenético de nuestras vidas y observar con atención. Al establecer una nueva relación con nosotros mismos y con el entorno, abrimos la puerta a una nueva forma de percibir la realidad. La clave para esta transformación radica en el acto de ver, en ser conscientes y tratar de permanecer en el momento presente. El ver nos lleva al camino medio, a la libertad, permitiéndonos explorar y desvelar lo que se encuentra en nuestro interior.
La Importancia de la Atención y la Unidad
En este proceso de transformación, es fundamental cultivar la atención, esta es el combustible que nutre el acto de ver, y nos permite redirigir nuestra energía hacia una corriente suprema. Reconociendo que todo en el universo es uno e indivisible, el ser humano se convierte en un gran transformador de energías, fusionando y canalizando estas fuerzas en su camino hacia el despertar. La atención nos permite trascender las limitaciones de la mente condicionada y abrirnos a una experiencia más amplia y consciente de la vida.
Crear el vínculo entre cuerpo, corazón y mente es esencial para comprender nuestra verdadera naturaleza. A través de la reconciliación del personaje y el sí mismo, y cultivando la atención plena, podemos liberarnos de la prisión de nuestros pensamientos y emociones, y embarcarnos en un viaje de transformación y despertar. Como transformadores de energías, podemos abrirnos a la unidad y experimentar una realidad más profunda.
Jorge Díaz
Dirijo los grupos de Trabajo y enseñanzas de Gurdjieff en Akhaldan desde 2007. Conocí el trabajo en 1998, fue a través de una persona a la que tenía gran admiración y estima. “Relatos de Belcebú a su nieto” fue mi puerta de entrada al trabajo. Fui buscando el trabajo en diferentes grupos por todo el mundo y profundizando en la práctica de los movimientos durante años. La línea de John Bennett siempre me ha dado una perspectiva fresca y dinámica del trabajo.
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