«Bailamos alrededor en un anillo y suponemos, mientras que el secreto se sienta en el centro y sabe.» Robert Frost
Deseamos transformarnos, pero ¿transformar qué? ¿Con qué propósito? La noción de transformación resulta sumamente atractiva para muchas personas, motivando a emprender un camino de búsqueda personal. Sin embargo, el punto de partida está impregnado de nuestras ideas y paradigmas, contaminado por una educación y desarrollo que han forjado una personalidad ficticia con la cual nos identificamos. Creemos comenzar desde un origen puro, pero no es así. Nuestros temores gobiernan nuestras acciones y, bajo estas circunstancias, las falsas percepciones se manifiestan como realidades.
La búsqueda de nuestra verdadera identidad y la conexión con los demás
Este viaje de búsqueda tiene como objetivo descubrir nuestra esencia, un acercamiento a nuestro «Ser». No obstante, estamos demasiado disociados para lograr este encuentro; sin él, no podremos conectarnos genuinamente con los demás. Deambulamos por el mundo con una perspectiva egocéntrica, siempre en busca de más, insaciables. Satisfacemos nuestro apetito con una infinidad de estímulos externos, olvidando lo esencial e incapaces de sentir empatía por el prójimo. Arrastrados por estas circunstancias, un torrente de emociones negativas impide nuestra integración con la unidad de todas las cosas.
Despertar a la conciencia: el trabajo hacia la comprensión interior
La búsqueda interior encierra una paradoja: intentamos hallar algo que siempre ha sido y siempre será. Toda transformación y mejora personal resultan vanas sin un despertar de la consciencia, sin un reconocimiento de nuestra propia inconsciencia.
Es aquí donde la dirección del Trabajo se simplifica en ser lo que estábamos destinados a ser desde el principio: un trabajo orientado hacia la comprensión profunda.
Vivimos inmersos en una gran ilusión, donde los pensamientos y acciones nos dominan, condicionados por sentimientos basados en preferencias superficiales. Este enfoque nos impide acceder a nuestra verdadera identidad.
Durante el flujo constante de ideas, pensamientos y fantasías, podemos observar su movimiento y fluidez, percibir las reacciones, los rechazos y los estados de ánimo. En esta observación, se vislumbra, en lo más profundo, algo permanente: una sensación de lo inmutable que siempre reside en nuestro interior.
Solo aquello que se experimente en un momento de plena consciencia es susceptible de ser comprendido en su verdadera esencia.
Jorge Díaz
Dirijo los grupos de Trabajo y enseñanzas de Gurdjieff en Akhaldan desde 2007. Conocí el trabajo en 1998, fue a través de una persona a la que tenía gran admiración y estima. “Relatos de Belcebú a su nieto” fue mi puerta de entrada al trabajo. Fui buscando el trabajo en diferentes grupos por todo el mundo y profundizando en la práctica de los movimientos durante años. La línea de John Bennett siempre me ha dado una perspectiva fresca y dinámica del trabajo.
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