La observación de uno mismo es el único método para adquirir un verdadero conocimiento de sí mismo. Esta enseñanza, transmitida por Gurdjieff, se basa en la idea de que a través de la observación de nuestras propias acciones, pensamientos y emociones, podemos llegar a comprender quiénes somos realmente. Es un proceso de toma de conciencia de los condicionamientos y patrones automáticos en los que vivimos.
La observación de sí: El camino hacia el autodescubrimiento
El aprendizaje de conocernos a nosotros mismos no solo tiene beneficios internos, sino que también nos permite comprender a los demás. Al estar abiertos a nosotros mismos, podemos abrirnos a los demás y desarrollar una verdadera comprensión desde el corazón, más allá de la mera comprensión intelectual. Gurdjieff nunca ofreció soluciones o respuestas predefinidas a nuestras preguntas, pero a través de su enseñanza, transmitía diferentes elementos y formas de trabajo que nos llevaban a encontrar nuestras propias respuestas.
Es importante destacar que estas ideas y enseñanzas no son estáticas o inamovibles, sino que evolucionan a través de nuestro propio trabajo y esfuerzo. Cada individuo tiene la responsabilidad de desarrollar y enriquecer estas enseñanzas a través de su propio proceso de autodescubrimiento.
El equilibrio entre la esencia y la personalidad
Un aspecto fundamental en este camino es la reconciliación y equilibrio entre nuestra esencia y nuestra personalidad. Gurdjieff lo describía metafóricamente como el lobo y el cordero que coexisten en nosotros. Para lograr este equilibrio, debemos cultivar una tercera fuerza dentro de nosotros, una fuerza de conciliación que Gurdjieff denominaba «la ley de tres». Esta fuerza nos ayuda a armonizar y unificar nuestra esencia y personalidad, creando así una unidad interna y un estado de plenitud.
La posibilidad de alcanzar este estado armonioso reside en cada uno de nosotros, pero requiere un trabajo personal dedicado y constante. Es necesario adquirir un conocimiento real de nosotros mismos, mediante la observación continua de nuestros pensamientos, emociones y acciones. A través de este proceso de autoobservación, podemos descubrir nuestras propias respuestas y desarrollar un mayor nivel de conciencia.
Cada individuo debe emprender su propio viaje de búsqueda personal. Solo cuando logramos establecer esta unidad interna, esta tríada equilibrada, nos convertimos en verdaderos individuos, aquellos que no pueden ser divididos. Es un proceso que requiere tiempo, paciencia y un compromiso sincero con nuestro crecimiento personal. Sin embargo, al lograr esta armonía interna, experimentamos una profunda transformación y nos convertimos en seres más completos y conscientes.
Jorge Díaz
Dirijo los grupos de Trabajo y enseñanzas de Gurdjieff en Akhaldan desde 2007. Conocí el trabajo en 1998, fue a través de una persona a la que tenía gran admiración y estima. “Relatos de Belcebú a su nieto” fue mi puerta de entrada al trabajo. Fui buscando el trabajo en diferentes grupos por todo el mundo y profundizando en la práctica de los movimientos durante años. La línea de John Bennett siempre me ha dado una perspectiva fresca y dinámica del trabajo.
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