En la vida cotidiana, la mayoría de las personas se mueven sin cesar, sin detenerse a apreciar el valor de detenerse. El momento de parar, de hacer una pausa consciente, tiene un poder transformador. Es en ese instante de quietud donde experimentamos una profunda recopilación interior, que puede cambiar nuestra vida.
Es sólo en un momento de quietud que uno es consciente de otra vida dentro de uno mismo, la cual es verdaderamente importante para nosotros y con la que no estamos lo suficientemente en contacto. Todo esto se reduce a la cuestión de estar atento. Si uno presta atención a este momento, uno empieza a estar en contacto con su cuerpo, toma consciencia por ejemplo de si sus pies tocan el suelo. Llegar a ser consciente de la aparición de la emoción, y poder estar siempre mirando atentamente sin tensión.
Es en nuestra vida ordinaria, en el ajetreo de las ciudades, en todo lo que sucede en nuestro día a día, es sin duda donde nos encontramos con más oportunidades de verse a uno mismo en acción. Recibir las energías que abundan, las cuales están a nuestro alrededor. Si vivimos de todo corazón, de forma plena… ¿Qué más nos podemos pedir a nosotros mismos?
A lo largo de nuestro camino de desarrollo personal, podemos experimentar momentos de claridad, en los que entendemos plenamente lo que significa la totalidad. En esos momentos, se desdibujan las fronteras entre el interior y el exterior, y comprendemos que todo es importante en sí mismo. No hay división, sino una profunda conexión con nuestra naturaleza más esencial. Es en ese espacio donde descubrimos una energía adicional, una energía sutil y fina que nos guía y acompaña en nuestro viaje interno.
No subestimemos el valor de detenerse, de estar presentes y conscientes en nuestra existencia. En ese espacio de quietud y reflexión, encontramos el poder para transformar nuestra vida. Es ahí donde se revela una energía trascendental, una fuerza interna que nos impulsa a vivir con autenticidad y a descubrir el propósito más profundo de nuestra existencia. Es en esa conexión profunda con nosotros mismos donde encontramos la llave para desplegar todo nuestro potencial y vivir una vida plena y significativa.
Jorge Díaz
Dirijo los grupos de Trabajo y enseñanzas de Gurdjieff en Akhaldan desde 2007. Conocí el trabajo en 1998, fue a través de una persona a la que tenía gran admiración y estima. “Relatos de Belcebú a su nieto” fue mi puerta de entrada al trabajo. Fui buscando el trabajo en diferentes grupos por todo el mundo y profundizando en la práctica de los movimientos durante años. La línea de John Bennett siempre me ha dado una perspectiva fresca y dinámica del trabajo.
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