¿Por qué hacer un trabajo sobre uno mismo? ¿Por qué con una enseñanza como la del Sr. Gurdjieff?

Sin quererlo o sin saberlo, estamos condicionados por un conocimiento adquirido e impuesto, un saber que no nos pertenece y que consideramos real. Entonces, ¿puede este conocimiento ofrecerme una respuesta? No, pero defendemos estas respuestas y ese saber de forma automática.

Quiero conocerme, quiero ser mejor. Pero, ¿para qué?

Lo que el trabajo nos ofrece no son soluciones a nuestras preguntas, sino maneras de encontrar las respuestas, ya que son propias. Ofrece direcciones a seguir, no para creer, sino para experimentar.La búsqueda es tanto solitaria como compartida. Al comenzar a practicar esta enseñanza, se siente el inicio de un impulso que nos dirige hacia el intercambio con los demás.

Parece que no podemos deshacernos de los viejos hábitos de un ‘yo’, lo mío, el ensimismamiento, el egoísmo. Sin embargo, encontramos el comienzo de una apertura al intercambio. En este lugar se habla de compartir, una forma muy ajena a nuestra vida moderna, donde cada uno va a lo suyo. Y tal vez aquí, quizás, redescubrimos la necesidad de un intercambio de otro tipo.

La intención es que cada momento sea un ritual.

Cada gesto puede ser un ritual. Lo integro en mi vida. El café de la mañana; podría ser un ritual, al igual que caminar o respirar. Todo es dar y recibir. Todo ritual puede ser un recordatorio… ¡y lo es! Pero depende de cada uno de nosotros darle significado.

Cuanto más buscamos, más descubrimos y mayor es el apetito. Al probar la fruta de la búsqueda, llamémoslo quietud interior, libertad del pensamiento, alegría, el desapego, todos estos sentimientos de ser, de liberarse de las ataduras de mi ‘yo’ mimado, mi ‘yo’ ordinario.

Entonces empiezo a ver que hay algo más en la ecuación de la vida, algo que toca las partes sensibles de mí mismo y me incita a buscar aún más. Dios está en todas partes, especialmente cuando uno se detiene un momento y escucha. Entonces algo ilumina, vivifica y se transforma.

Uno debe saber buscar, tener la necesidad de concentrarse. Así como si deseo ser un buen cocinero, debo concentrarme en cocinar. Debemos encontrar una manera; al final, uno tiene que apreciar y dedicar más tiempo al silencio, a meditar.

En la búsqueda, uno se enfrenta a la necesidad de concentrar toda su intención en esta pequeña debilidad: el elemento que se expresa es la voz que llora dentro, esperando ser escuchada. Se requiere una especie de mirada, un testimonio de lo que es. Y entonces, la pregunta ‘¿qué es la búsqueda?’ probablemente se responderá por sí misma.

No es el lugar donde estamos, el lugar está dentro de uno mismo. El trabajo está aquí, dentro de uno. Se crea el trabajo en este momento. Si uno recuerda ‘permanecer quieto, reconocer que yo soy’, el trabajo está aquí.

Las palabras no son muy adecuadas para expresar lo que uno puede encontrar. Uno encuentra este Momento.

Jorge Díaz

Jorge Díaz

Dirijo los grupos de Trabajo y enseñanzas de Gurdjieff en Akhaldan desde 2007. Conocí el trabajo en 1998, fue a través de una persona a la que tenía gran admiración y estima. “Relatos de Belcebú a su nieto” fue mi puerta de entrada al trabajo. Fui buscando el trabajo en diferentes grupos por todo el mundo y profundizando en la práctica de los movimientos durante años. La línea de John Bennett siempre me ha dado una perspectiva fresca y dinámica del trabajo.

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